Me encantan las historias, y aunque mi memoria a veces me juegue malas pasadas, siempre me gusta escuchar el porqué de las cosas.
En esta ocasión, he investigado sobre el porqué de la expresión de las lágrimas de cocodrilo, esas lágrimas falsas que en algún momento de nuestra vida hemos provocado para conseguir de la persona que nos veía, algo de ella.
Tal vez los cocodrilos lloraban de pena por terminar su comida o para atraer a sus presas, pero sea como fuera, siempre ha sido por su necesidad fisiológica de no resacar sus ojos al estar un determinado tiempo fuera del agua.
Nosotros sin embargo, somos totalmente diferentes. Emocionalmente necesitamos llorar para dejar salir nuestra pena, nuestro enfado o incluso nuestra alegría.
Y aunque a veces llorar duele…
Las lágrimas en sí, las que salen de uno, no tanto.
El motivo de cada lágrima es lo que nos hace sentirnos tristes, perdidos, solos o enfadados. Cada lágrima lleva consigo recuerdos, emociones y sentimientos que una vez sacados, consiguen que lo que nos esté pasando duela un poquito menos de lo que dolía al principio.
Lo que nos demuestra que sólo sacando todas las emociones que llevamos dentro, podremos seguir avanzando en nuestro camino. Seguir andando y seguir construyendo.
Dejar salir nuestros sentimientos, cualquiera de ellos: rabia, pena, euforia, miedo, estrés, alegría, odio, frustración, nostalgia, ansiedad… nos permite dejar un nuevo espacio para que entre algo nuevo, algo que queramos para nosotros, que vayamos a disfrutar o que queramos volver a sentir.
Porque solo dejando salir, podemos dejar entrar.
Mis lágrimas brotan, se caen y se secan
He llorado tanto en este tiempo, que ni puedo recordarlo, he llorado de tristeza, de impotencia, de rabia y frustración… he llorado por miedo a lo desconocido, por miedo a cambiar, a perderlo todo y a dejar cosas atrás.
Pero también he llorado de alegría por ser capaz de hacerlo, por crecer, por ser valiente y por conocer a mucha gente que jamás hubiera conocido si no hubiera tomado ciertas decisiones. Gente que se ha convertido en amigos, personas de las que sigo aprendiendo y con la que sobre todo sigo sonriendo y disfrutando de su compañía.
Lo que no sé si sabes es que las lágrimas son diferentes, ninguna es igual a otra, su espesor, su forma, el tamaño… las lágrimas cambian cuando lloras por un motivo u otro. Cada una de ellas, cuando brotan en nuestros ojos se ven diferentes bajo un microscopio. Aquí podrás verlas.
Pero llorar de vez en cuando es bueno
Para destensar el cuerpo, relajarlo, para dejar salir la ansiedad, la frustración, aquello que nos ronda por la cabeza un día sí y otro también, llorando… ¡liberamos hormonas! y una vez llorado… podemos ver los problemas más claros y sobre todo desde otro punto de vista…
Siempre me acordaré de mi abuela una vez que no pudo venir a comer con la familia el Día de la Madre. Ella ya estaba muy cansada, no tenía fuerzas para salir de casa y de repente se le empezaron a caer las lágrimas… fue la primera que vi llorar a mi abuela de rabia. Ella, tan Fuerte y Valiente, pero enjaulada en un cuerpo mayor. Lloraba.
Eso no la hizo débil, la hizo más fuerte si cabe.
Por eso es importante llorar y no reprimir lo que realmente sentimos. No te avergüences de hacerlo, porque llorar no te hace débil, te ayuda a coger fuerzas para seguir hacia adelante.
Llora de felicidad, de tristeza, de frustración, ¡llora de risa! pero llora, para dejar salir lo que hay dentro de ti y así poder dejar entrar todo lo bueno que está por llegar.
Y tú… ¿últimamente has llorado?