Frustración

Estoy encerrada

Me enfado

Quiero gritar, ¡necesito gritar!

Golpear algo, apretar mi almohada

Si fuera yo… si pudiera hacer…

Pero no te engañes, tú solo tomas tus propias decisiones.

No estoy bien, lo sé.

Así que debo poner nombre a mis emociones para seguir avanzando.

Odio sentir frustración, se me caen las lágrimas… porque yo no elegí esto, no lo escogí así, me costó tanto tomar la decisión, vaciar la hucha… que me sigo convenciendo que hice bien, que no todo está perdido.

Pero sigo encerrada, sigo con mi experiencia vital en Toronto dentro de una casa, con otra familia que no es la mía, sin salir ni ir a la academia, viendo como los ya amigos que hice se van volviendo a sus países uno tras otro… (Venezuela, Brasil, Japón…).

Quiero estar allí, con los míos, en casa. Pero no puedo, lamentablemente no puedo, aún.

Me siento perdida y llena de estímulos y obligaciones que sin tener que hacer, me siento obligada a hacer. Porque no es momento de descansar, tienes que hacer deporte, leer, estudiar, cocinar las 1001 recetas de la Thermomix, jugar, hacer video llamadas de seguimiento, cumplir los cien mil retos de las redes sociales, asearte y no sé cuántas otras cosas más (sin contar quien trabaje y tenga hijos). En definitiva, planes y planes que no te dejan desconectar.

A veces me ahogo y aunque me refugie en la parte de atrás de la casa, que hay un jardín, no puedo respirar. No puedo.

Me doy cuenta que más que encerrada físicamente, me siento encerrada mentalmente. Y eso es peor. Mucho peor. Mis pensamientos no se ordenan, mis emociones no fluyen, se están acumulando, se aturullan en el corazón y en el estómago, porque en el fondo no estoy tranquila.

Me preocupo aquí, por el allí, y al final no estoy ni allí ni aquí. Y la incertidumbre no me ayuda.

Entiendo que es una situación nueva que jamás hemos vivido. Extraña y que no queremos, que además nos está llenando de frustración, pero debemos afrontarla como cada uno sepa y pueda, lo he llamado junto a una amiga, “Supervivencia Emocional”.

Hoy no importa la fuerza física que tengas o los conocimientos que sepas en tu materia, lo que importa hoy es tu control mental, tu actitud positiva, tu templanza, el control que tienes sobre tus miedos, tus altibajos… Porque el Coronavirus, no solo es una batalla global, es una batalla INDIVIDUAL, donde debes sobrevivir emocionalmente.

Tienes que dominar tu mente, controlar tus pensamientos negativos, gestionar el miedo, el estrés, la soledad, la frustración, la ira, la nostalgia, reforzar tu autoestima y mantener la confianza de que saldremos de esta (aunque no sepamos cómo).

La vida nos pone a prueba y de nuevo nos saca de nuestra zona de confort para que nos adaptemos. Y ¿quién no se adapta? Como en todo… muere.

Intento estar positiva pues no tengo motivos reales para quejarme. No los tengo, podría ser peor y no es así. Todo está bien, todo por ahora está bien. Otros lo están pasando mucho peor. Para otros si es realmente un drama, que han perdido seres queridos a los que ni siquiera han podido despedir, donde están completamente solos en casa o quienes han perdido sus trabajos.

Intento no permitirme el lujo de quejarme, pero cómo cuesta a veces. Ser positiva, vital, predispuesta y tener una sonrisa, no siempre se puede.

¡Pero no sabemos quejarnos! deberíamos aprender a hacerlo, a relativizar los problemas y a priorizar los asuntos (porque no lo hacemos) y es muy fácil caer en la crítica, la destrucción y el negativismo.

Pero hay que intentarlo. Convertir el pensamiento negativo en un pensamiento positivo.

No sabéis lo que agradezco sentirme cerca de mi gente y mi familia… sin eso, no sería yo.

Hoy aquí llueve, debe ser eso… los cambios de tiempo donde es necesario llorar para que al día siguiente pueda salir el sol.

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