Todas las personas tienen sus momentos a lo largo de la vida.

Momentos en los que estás fuerte para dar tu energía al resto y momentos en los que lamentablemente la poca energía que te queda, es sólo para ti, para sobrevivir (emocionalmente hablando) la situación que estás viviendo.

Llevo mucho tiempo queriendo ver mi mapa completo.

Es verdad que cuando hablo de mapas en mi caso me refiero a crear una realidad, una estabilidad, un mundo donde sepas a dónde ir o qué vas hacer.

Ya que cuando alguien decide por ti o tú decides por ti, el cambiar de rumbo, cerrar una etapa y empezar otra totalmente de cero, el mapa que estabas recorriendo, la realidad que estabas viviendo y la que conocías, de repente desaparece, se esfuma y todos los recuerdos que tienes, los sientes como si fueran un sueño.

Cuando ese momento llega (y en algún momento de la vida se pasa), es prácticamente imposible volver a tu misma realidad, porque no es que sea diferente o distinta, es que ha dejado de existir.

De la noche a la mañana tu mundo con tus hábitos, tus rutinas, los protagonistas que te han acompañado en tu vida días, meses o incluso años, que han compartido tu historia, ya no están… y ¿qué haces?

¡Volver a empezar!

Pero volver a empezar no es fácil

Porque no es de un día para otro, se tarda mucho tiempo en volver a construir algo de nuevo.

Te sientes desorientado, perdido, con momentos donde tu autoestima te abandona, pero lo peor de todo, es que te sientes sólo si no tienes a gente que esté contigo en el día a día, si no tienes en tu entorno a alguien que esté pendiente un poco de ti, preguntándote con un simple mensaje de WhatsApp, ¿qué tal estás?

En esos momentos duros, es importante no estar solo, no encerrarse en uno mismo y compartir en cierta medida lo que te pasa y dejarlo salir.

(Decir en alto lo que pensamos ya es una manera de estar enfrentándonos al problema o la situación, decirlo en alto, es una manera de dejarlo fluir).

Hay momentos en la vida donde debemos empatizar más que nunca con nuestros amigos, nuestros familiares, nuestros compañeros y entender que alguien esté asunte, que alguien no esté al 100%, porque esté pasando un duelo, porque necesite tiempo para él, porque necesite desconectar de la realidad que está viviendo para coger aire…

Siempre me ha parecido muy curiosa la amistad.

¿Qué implica realmente esta palabra? cómo puede ser que amigos que nunca se ven pero se llamen por teléfono sea suficiente para llamarse amigos o cómo personas que conoces de un día para otro se conviertan en familia simplemente por las vivencias que hayas podido compartir con ellos.

La amistad se hace compleja porque el ser humano la hace complejo.

Conozco personas que les categorizaría como uniamigos, almas independientes que las lleva el viento y no sabes cuándo contar con ellas, personas que deben verse todos los fines de semanas y sobre todo aquellas personas que son del “o todo o nada”.

No siempre se puede estar, no siempre se puede dar “la mejor versión de uno mismo”, debemos empatizar o intentar comprender el estado vital de los demás (si realmente les queremos).

Para que no se sientan solos.

A veces, nos afectan los comentarios de los desconocidos pero aún más nos hieren los comentarios de los conocidos, los que te hacen sentir mal, a pesar de decir lo siento, a pesar de estar arrepentido.

Parece insuficiente… la amistad

Quizás sea porque no haya habido entendimiento, porque cada uno haya interpretado el mensaje de una manera diferente según su forma de ser, según su punto de vista o según lo que para él o ella es importante o no.

(Es difícil tener siempre una armadura de latón que no se venza, porque no siempre podemos ser superhéroes.)

Nos equivocamos y nos caemos. Y aprendemos a medida que crecemos, a medida que nos hacemos mayores.

En nuestro tren de vida, las personas suben, viajan con nosotros unas cuantas paradas y bajan. Con explicación, sin explicación, con conflictos, a veces se quieren bajar ellos o a veces prefieres bajarles tú, pero los trenes nunca paran, simplemente se cogen y se disfrutan.

Por eso la amistad hay que cuidarla, mantenerla pero sobre todo disfrutarla.

Muchas veces he sido juzgada por mi forma de ser, pero aprendí a que mi forma de ser (taaaan pizpireta) no era comprendida ni aceptada por todos, por lo que sólo quien me conoce de verdad, le “permito” descubrir esa parte mí.

Ese es mi “regalo” al que considero que es una verdadera amistad para mí. Un amigo que siempre me tendrá.

Yo te entiendo pero ¿tú me vas a entender? ¿Cuando esté mal? ¿Cuándo necesite no estar? ¿Cuándo quiera volar?

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