Porque aprender a decir no sin sentirse culpable, no es fácil…

Y dije no, porque mi felicidad emocional está por encima de todo.

Dije no, porque me valoro.

No, porque me quiero.

Porque esta vez, soy yo quien toma la decisión y no tú.

Tuve que decir no, porque no quiero volver a revivir lo que ya sufrí.

Y al final aprendí a decir no, porque el miedo no es el protagonista de mis decisiones.

No todo el mundo entenderá ese NO que nace de dentro de uno mismo, ese no, que por mucho que quiera convertirse en sí, sigue siendo no.

Porque siempre escucharás los mismos alegatos “las personas no cambian (él es así)”, “las cosas siempre se han hecho de ésta manera”, “para qué cambiarlo si funciona”…

Y es que aprender a decir no es algo muy difícil, que no todo el mundo sabe o no todo el mundo puede hacerlo.

Pero ¿cómo se aprende a decir no? Debería ser una de las lecciones más importantes a “aprender”, a establecer tus límites con otros (que no tus limitaciones). Deberíamos aprender a cerrar ciclos, relaciones, situaciones que se alargan en el tiempo sin ningún tipo de sentido… y aprender a decir no sin sentirse culpable.

Porque luego vienen los remordimientos

Pero las decisiones que vamos tomando, que hacen que cada Árbol de Vida sea diferente, único y especial, son solo tuyas. Tú eres el único que sabes qué es lo mejor para tí, tú eres el  protagonista de tu vida.

Y no pienses que porque hayas dicho no una vez, lo vayas a hacer siempre, porque no siempre se tienen fuerzas, no siempre se tiene la oportunidad…

Aprender a decir no, es cambiar de rumbo, es dejar lo que ya conoces por lo que aún falta por conocer, y da igual el miedo que tengas, da igual la tormenta de fuera, saber decir no, es fundamental para seguir siendo fiel a uno mismo, para seguir queriéndose uno mismo.

Es una habilidad que muchos hemos perdido, que no nos han dejado desarrollar, pues ¿cuántas veces éramos capaces de decir no, cuando éramos pequeños? ¿Cuántas veces nos negábamos a hacer algo o a comer algo porque no nos gustaba? No lo dudábamos. Decíamos lo que sentíamos.

Cuando aprendes a decir no, claro que hay daños colaterales, claro que dejas a gente en el camino, claro que implica estar débil, dudar, querer volver… pero en el fondo sabes que en tu cabeza pero sobretodo en tu corazón, llega el momento de decir ¡BASTA! Necesitas un cambio, aunque no haya ningún plan, y aunque no sepas que es lo que necesitas o que es lo que quieres, sabes que no puedes seguir igual, que no puedes ni quieres volver a dónde estabas, que seguro que hay otra opción y si no, la crearás.

No dejes que las presiones decidan por ti, escoge tú.

Siempre he querido agradar a la gente, a mi entorno, y no lo hago como forma de aceptación a un grupo, si no para evitar el conflicto.

Por eso, saldrá el miedo, la nostalgia, la incertidumbre de la situación covid, la desconfianza de ser capaz de conseguirlo y las dudas de si habré hecho bien o no… pero confió en mí, en mi actitud, en mis ganas de seguir aprendiendo. En querer seguir creciendo y seguir disfrutando del camino.

Esta vez estoy convencida de que volver al camino ya andado era retroceder a mi punto de partida.

Por eso, si tienes opción de escoger… escoge por tí mismo. Podrás pensar pero deberás sentir lo que quieres realmente hacer, porque no te olvides que hay una delgadísima línea entre el DEBEMOS hacer y el QUEREMOS hacer.

¿Cómo aprendí a decir no? No supe, sólo que esta vez mis límites hablaron por mí, por ser feliz.

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